Miércoles 24 de Abril de 2024

OPINIÓN

10 de enero de 2016

Apuntes Ciudadanos: Humor, Política y Afines VII

En la columna de hoy, Alejandro Rojo Vivot relata sobre críticas humorísticas que resaltaban aspectos de la vida política y que hoy siguen vigentes en el mundo. En el texto hay un ejemplo titulado: "¿Quiere usted ser Diputado?"

Foto: A. Rojo Vivot Revista Tía Vicenta, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1957

 

“Nada tiene de más cruel en sí la infeliz pobreza que el hacer ridículos a los hombres”. [1]

 

Décimo Junio Juvenal (60-128)

 

El escritor y periodista argentino Roberto Emilio Godofredo Art (1900-1942), publicó, principalmente, en el diario El Mundo de Buenos Aires, sus célebres artículos bajo el denominador común Aguafuertes [2] porteñas (1933), que en el siglo XXI siguen teniendo cierta vigencia en el mundo, como tales y por su ácido humor. Aquí un ejemplo, reiterando que las críticas humorísticas también resaltan a la inversa a los muchos que las mismas no les cuadra y que trabajan con empeño y honradez representando al pueblo como legisladores.

Además, recordemos, muchas veces el humorista se sirve de los contrarios para afirmar, apelando a la inteligencia de sus interlocutores.

 

¿QUIERE USTED SER DIPUTADO?

Discurso que tendrá éxito

Señores:

Aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a ʻacomodarmeʼ mejor.

Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores

Administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a diputado. (…)

Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden, señores. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino ʻevolutivamenteʼ. Me permito el lujo de inventar el término que será un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra postor ni por un plato de lentejas en el actual momento histórico y trascendental. Abarquen la magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a diputado. (…)

Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré el Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le regatearé el pienso [3] al caballo del comisario y el bodrio [4] al habitante de la cárcel, y carteles, impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines… (…) Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio ʻipso factoʼ a mi candidatura… (…) Señores, si no me creen, vayan al Departamento… verán ustedes que soy el único entre todos esos hipócritas que quieren salvar al país, el absolutamente único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina… Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamentos en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia señores…

Con este discurso, lo matan o lo eligen presidente de la República”. [5]

Por suerte el discurso nunca fue pronunciado por ningún candidato y que son muchos los legisladores honrados a rajatabla.


 

[1] Juvenal, Décimo Junio. Sátiras. Universidad Nacional Autónoma de México. Segunda edición. Página 17. México, México. 1984.


[2] Aguafuertes: ilustraciones grabadas con distintas técnicas que emplearon, por caso Alberto Durero (1471-1528) y Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). Podríamos asimilar el concepto a instantáneas de una época de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires.

[3] Alimento seco destinado al ganado.

[4] Comida de mala calidad.

[5] Art, Roberto. Aguafuertes porteñas. ¿Quiere Usted ser diputado? Hyspamérica. Buenos Aires, Argentina. 1986.


 

 

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