Miércoles 24 de Abril de 2024

OPINIÓN

21 de mayo de 2017

Apuntes Ciudadanos. Las Intenciones No Alcanzan

Alejandro Rojo Vivot (1) nos acerca una nueva entrega de sus columnas domingueras. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES LXXIII

 

Foto: arv. Tapa revista Caras y Caretas. Buenos Aires, 17 de diciembre de 1904

“¿Para qué, entonces, nos hemos tomado el trabajo de descubrir como nuevo algo que hubiéramos podido hallar en cualquiera obra sobre el chiste? Para justificarnos sólo podemos alegar por ahora que en tales fenómenos de la expresión oral hacemos nosotros resaltar una nueva faceta. Lo que los investigadores anteriores consideran como prueba del carácter ʻjuguetónʼ del chiste lo incluimos nosotros en nuestro punto de vista del ʻmultiempleo”. [2]

Sigmund Freud (1856-1939)

A veces, como parte de una estrategia claramente deliberada, algunos autores incluyen aspectos humorísticos en obras de marcado dramatismo, logrando así un efecto integral acentuado lo presentado aproximando la fantasía creativa a una posible realidad cotidiana.

El exitoso novelista, periodista y político ruso Chinguiz Torekúlovich Aitmátov (1928-2008), fue traducido a casi todos los idiomas y su obra sigue teniendo gran predicamento en el siglo XXI.

Sufrió persecuciones políticas por parte de los regímenes autoritarios aunque luego recibió numerosos premios públicos, siempre con significativa popularidad y prestigio.

Con cierta frecuencia relata sus historias entremezclando personajes humanos con animales como, perros, camellos y lobos.

En “El patíbulo” o “El calvario de Abdías” (1988) nos presenta cómo viven en la sabana esteparia rusa, bajo un sistema de partido político único, dogmático al extremo, que influye en la comunidad más allá de las autoridades y opiniones de los habitantes, donde se disimula los fracasos de la economía planificada centralmente, graves problemas ecológicos, la extendida dependencia a diversas adicciones y la comercialización de estupefacientes y, por otro lado, como algunos acatan a rajatabla, otros alzan sus voces disidentes o se resignan degradándose en cierta medida.

Por ejemplo, con respecto a la generalizada y férrea censura: “Al salir de la redacción me prometí no volver más por allí ni importunar ya a nadie: que me llamaran cuando me necesitaran. Y si no me necesitaban ¿qué se le iba a hacer? Por lo menos sabría que había fracasado y no tenía nada que esperar.

Caminaba por un paseo en todo el esplendor del momento más bello del verano ruso, y nada me causaba deleite. ¡Tantas energías y tantos afanes como había puesto en escribir mis reportajes de la estepa, en verter en ellos mi dolor cívico, en escribirlos como una revelación y una confesión, y ahora surgían no sé qué razones acerca del prestigio del país (me gustaría saber por qué hacemos secretos de las cosas para nosotros mismos) que podían echar abajo los reportajes logrados a costa de tantos esfuerzos! No podría decir cuánto me dolía aquello. Y lo más chocante era que el director [3] se había permitido decir:

-Aunque, habría que pensarlo: quizá merezca la pena recoger todo esto en un informe interior para las instancias superiores. Para que sean adoptadas las medidas pertinentes.

Así mismo lo dijo.

Y yo objeté, sin poder contener:

-¿Hasta cuándo vamos a afirmar que incluso nuestras catástrofes son las mejores?

-¿Qué tiene que ver en esto las catástrofes? –se extrañó el redactor frunciendo el entrecejo.

-Pues tienen que ver que la drogadicción es una catástrofe social”. [4]

 

[1] Coordinador de la I Expo Sociedad Civil Región Patagónica. Ushuaia, Provincia de Tierra del Fuego, Argentina. (2001).

[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1046. Madrid, España. 1973.

[3] Autoridad de un diario.

[4] Aitmátov, Chinguiz. El Calvario de Abdías. Planeta. Páginas 183 y 184. Barcelona, España. Enero de 1988.

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