Miércoles 24 de Abril de 2024

7 de junio de 2017

APUNTES CIUDADANOS: JUVENTUD DIVINO TESORO

Como todos los domingos, Alejandro Rojo Vivot nos brinda este espacio de reflexión.HUMOR, POLÍTICA Y AFINES LXXVI

Por Alejandro Rojo Vivot [1]

“Lo primero que necesitamos saber es si el proceso de condensación con formación sustitutiva aparece en todos los chistes y, puede, por tanto, considerarse como el carácter general de la técnica que investigamos”. [2]

Los cuadros de época pintados con sutiles pinceladas humorísticas logran cometidos destacables que permiten contrastar ideas, objetos, personajes y costumbres que integran el conjunto presentado por el artista.

Quienes aprecien las obras de esas características deben estar particularmente atentos para apreciar lo valioso que se encuentra contenido en el marco, las páginas de un libro, los pentagramas, etcétera.

Desde la creación de la democracia, a lo largo de los siglos, inclusive en el presente, una de la cuestiones recurrentes en debate es la referida a la edad de los electores y, por caso, cuándo el ser humano adquiere cierta madurez cívica para participar en política en general y en forma particular para contribuir a la decisión con respecto a la participación en las votaciones y el derecho a ser elegido.

En la época que Lucio Vicente López escribió “La gran aldea. Costumbres bonaerenses”, los debates eran importantes y, por caso, era notable el incremento del ascenso social y político de quienes, con formación académica, buscaban incluirse en espacios donde predominaban varones con canas o peluquines.

“Una noche próxima al día de una elección, según creo, se reunieron en casa de mis tíos aquellos hombres que yo consideraba providenciales. (…)

-No me hable usted de la juventud, señor don Ramón; la juventud del día no sirve para nada –decía a mi tío un caballero flaco, de cuarenta años largos, con una fisonomía garabateada por la barba y las arrugas del cutis.

-Tiene razón, doctor, los jóvenes no sirven para nada.

-No te metas, Ramón, en lo que no sabes –contestaba mi tía furibunda.

Vean ustedes, señores: llevar hombres jóvenes a las cámaras sería nuestra perdición. La juventud del día no tiene talentos prácticos; ¿cómo quieren ustedes que los tengan? ¡Les da por la historia y por estudiar el derecho constitucional y la economía política en libros! Forman bibliotecas enormes y se indigestan la inteligencia con una erudición inútil, que mata en ellos toda espontaneidad del talento y de la inventiva. ¡Sí, señores, los libros no sirven para nada en los pueblos nuevos como el nuestro. Para derrocar a Rosas no fueron necesarios los libros; para hacer la Constitución de 1853, tampoco fueron necesarios, y es la mejor Constitución del mundo. Yo soy abogado, y me ha bastado Darnasca [3] para aprender mi profesión. La noción del derecho se pierde cuando más a fondo se quieren conocer los textos. ¡Lo mismo es la política! Nosotros no estamos preparados para gobernar con Hamilton, Madison y Story. ¡El buen sentido basta! Yo, por ejemplo, no leo los diarios, y el periodismo, señores, es como el pelícano: alimenta a sus hijos con su propia sangre”. [4]

 

[1] Consultoría independiente a la Red Uruguaya de Ciudades Justas, Democráticas y Sustentables. (2013).

[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1042. Madrid, España. 1973.

[3] Darnasca, Ceferino. Manual del estudiante de jurisprudencia o sea estudios preparatorios para recibir el grado de bachiller. Establecimiento Tipográfico de Ramón Rodríguez de Rivera, 1847.

[4] López, Lucio Vicente. La gran aldea. Costumbres bonaerenses. Centro Editor de América Latina. Páginas 21 y 22. Buenos Aires, Argentina. Enero de 1980.

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