Viernes 19 de Abril de 2024

OPINIÓN

27 de mayo de 2018

Apuntes Ciudadanos: EL ÚLTIMO ADIÓS

Alejandro Rojo Vivot (1) nos acerca como la literatura es un buen escenario para ejercitar el humor como una válvula de escape para abordar distintos temas. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CXXIII.

FOTO: ARV. REVISTA FRAY MOCHO. BUENOS AIRES, 20 SEPTIEMBRE DE 1921

 

“Es muy dudoso que aquel que lanza un chiste se dé exacta cuenta de toda la intensión del mismo”. [2]

 

Sigmund Freud (1856-1939)

 

Hay quienes sostienen que, a veces, algunas humoradas son empleadas como válvulas de escape en circunstancias de alta tensión; otras veces actúa como un subrayado para destacar lo expresado.

En todos los casos necesita una particular atención para encontrar la relevancia de lo presentado que trasciende el objeto de generar, al menos, una sonrisa.

Por caso, la literatura en general es un muy buen escenario para el ejercicio humorístico aún en textos que se ocupan de dramas humanos y de dobleces sociales.

Cabe recordar que Peter Berger apuntó que “Se establece una distinción útil entre una cualidad de determinadas realidades humanas y la facultad de percibir dicha cualidad. (…) El sentido del humor es la facultad que percibe lo cómico (o la comicidad, si se prefiere)”. [3]

La exitosa, prolífera y multipremiada novelista estadounidense Mary Theresa Eleanor Higgins Clark Conheeney (1927), [4] en una de sus obras de misterio policial, entrelaza historias de políticos y empresarios con grandes apetencias de acumulación de poder, inclusive llegando a la corrupción y eventuales asesinatos.

En sus ágiles páginas parte de sus líneas se encaraman en el humor empleado con eficiencia para presentar así aspectos señalados a lo largo de toda la trama.

“Ser un buen político consistía en tener la habilidad suficiente para negociar y, ante la necesidad, saber llegar a un compromiso. Le sorprendía advertir que, quizá, también eran las mismas cualidades necesarias para ser una buena esposa. (…)

Cualquier político que se precie de serlo puede hablar bien de quien sea, Gert –había respondido con aspereza-. Después de todos estos años oyéndome fabular, ya lo deberías saber. (…)

(Durante el velorio de su esposo) Mientras seguía atendiendo a los últimos invitados, viejos amigos, peces gordos del partido. Varios de ellos apenas acababan de presentarle sus condolencias, cuando ya entraban a hablar sin reparo de política”. [5]

Con claridad podemos observar el ejercicio del cinismo que, de alguna manera, es aceptado de hecho en los círculos donde se practica asiduamente; es más en esas oportunidades, posiblemente, la verdad y la coherencia serían denostadas o, al menos, resultaría como una herramienta poco eficiente en las pujas en los negocios o en los procesos proselitistas partidarios.

Curiosamente el término cínico proviene de griego: perro, por su frugal forma de vida y sus contribuciones a los seres humanos.

Luego fue derivando hasta llegar a meter el perro como una forma de engaño o, por caso, en disputas deportivas la incorporación exprofeso de un animal en la cancha de juego para generar la posible suspensión momentánea del mismo favoreciendo a un sector en particular.

 

[1] Expositor en el “III Congreso de Educación Austral”. Consejo de Educación Católica. Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, Argentina. (1997). 

[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1086. Madrid, España. 1973.

[3] Berger, Peter. Risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana. Editorial Kairós. Página 26. Barcelona, España. 1999.

[4] Es interesante conocer su vida en detalle.

[5] Higgins Clark, Mary. El último adiós. Plaza & Janés Editores. Páginas 47, 89 y 91. Barcelona, España. 2001.

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