15 de septiembre de 2019
Apuntes Ciudadanos: ¿DEMOCRACIA PARTIDARIA?

En las Democracias muchas veces el querer ganar deja de lado el como y de que manera poder ganar una elección donde se pierde perspectiva de lo realmente importante, por eso el humor político varias veces aparece como en esta columna de Alejandro Rojo Vivot (1). HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CLXXXII
FOTO: ARV. MUSEO GUGGENHEIM. BILBAO, ESPAÑA. MAYO DE 2019
“La risa pertenece a las manifestaciones más contagiosas de los estados psíquicos”. (2)
Sigmund Freud (1859-1939)
El humor político contribuye frecuentemente a reflejar contradicciones tanto en algunos valores y acciones partidarias, más allá que sigan perdurando y que se sostengan con fundamentos focalizados en la eficacia para obtener y mantener el poder público o un sector del mismo.
En el Siglo XIX, la gran aldea era fiel reflejo de un país en construcción que incluía a una enorme diversidad de perspectivas partidarias que, con el desarrollo democrático, fueron ganando terreno aunque, a veces, también los debates internos menguaban por el imperioso interés por triunfar electoralmente; como en el Siglo XXI.
Cuando las formas y el fondo se contraponen el escenario para el humor político es casi perfecto.
“-Señores –dijo-, estamos empeñados en una lucha homérica; de esta lucha resultará el ser o no ser para nuestro partido. Aquí no estamos todos, pero no convendría que lo estuviéramos. Una cosa son las reuniones populares de los teatros y de las calles, otra cosa deben ser los actos de la dirección y de la marcha de nuestro partido: una cosa son las batallas en las guerrillas, en las cargas y en los entreveros, y otra cosa son las batallas en el cuartel general. El elector, el club parroquial, (3) pueden ir valientemente al atrio a votar, porque no tienen responsabilidades; el soldado muere en un asalto, en la lucha cuerpo a cuerpo; la metralla lo quema y lo despedaza, pero muere sin responsabilidad. La responsabilidad de las grandes luchas electorales, como en las grandes acciones de guerra, está en los generales: el soldado no muere sino materialmente, de un bayonetazo, de un tiro de fusil, de una bala de cañón, de hambre y de sed; pero el descalabro de una campaña política o militar es la muerte moral de los jefes y la muerte moral de las cabezas es la muerte del espíritu dentro del cuerpo vivo: una especie de embalsamiento inconsciente.
Tratamos, señores, de formar una lista de diputados. Nada más prudente que confiar su elaboración a las corrientes encontradas del pueblo –continuaba el doctor Trevexo sin escupir-. ʻEl Estado soy yoʼ decía Luis XIV. La forma democrática se inspira en el derecho natural. En la tribu los más fuertes, los más hábiles, asumen la dirección humanos: el derecho positivo codifica la sanción de las legislaciones inéditas del derecho natural y nosotros exclamamos: ʻ¡El pueblo somos nosotros!ʼ.
-¡Muy bien, muy bien, perfectísimamente!, continúe usted, doctor, -le interrumpió el señor gordo sin poder contener la ola de entusiasmo”. (4)
[1] Expositor en 7 Talleres sobre “Acceso a la Información”. Cátedra Abierta sobre Derechos Ciudadanos. Asociación Participación Ciudadana. Ushuaia, Provincia de Tierra del Fuego, Argentina. (2003).
(2) Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Editorial Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1117. Madrid, España. 1973.
(3) Barrial. El área próximo a dónde uno vive. Algunos partidos políticos se organizaron geográficamente por cercanía y conocimiento territorial, para lograr mayor cercanía a los electores. Aquí está expresado despectivamente fundado en un concepto elitista, muy vigente en el siglo XXI donde los acuerdos y decisiones son de cúpulas sin la participación del conjunto de los afiliados que son los “soldados”.
(4) López, Lucio Vicente. La gran aldea. Costumbres bonaerenses. Centro Editor de América Latina. Páginas 28 y 29. Buenos Aires, Argentina. Enero de 1980.
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