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10 de febrero de 2015

Grave denuncia contra personal hospitalario

El planteo es contra un especialista que acudió borracho a atender a un paciente. No era la primera vez. En el hospital muchos sabían pero no se previno. La dirección del hospital aun no dio respuestas formales.

Varias de las quejas y reclamos sobre el hospital siempre se refirieron a cuestiones que respondían a la índole presupuestaria o la falta de espacios físicos, algo que demandaba paciencia en la población.

Pero hace un tiempo los planteos no tienen mucho que ver lo edilicio o la falta de recursos económicos.

El 17 de enero un paciente ingresó con una urgencia que hacía peligrar su vida a la guardia del hospital José Formenti.

El hombre de 80 años fue llevado por una hija a alrededor de las seis de la tarde presentando serios problemas en su vejiga.

Lo atendieron los médicos y enfermeros de la guardia, y pidieron la intervención urgente de los cirujanos, pero estos respondieron que no les correspondía, y que en su lugar debía pedirse la interconsulta con el urólogo.

Una información interna indicaba que el especialista podría estar de licencia, pero por la urgencia del caso igual fue buscado por el hospital.

Unas cuatro horas después se logró ubicar al profesional, quien pidió que una de las ambulancias lo fuera buscar a su casa.

En el tiempo que el médico se guardaba en llegar, alguien le dijo a un familiar del paciente que era mejor que pidieran la derivación a Río Gallegos, porque seguramente el urólogo llegaría borracho.

Y así sucedió. El profesional llego a la guardia al menos en condiciones extrañas. Caminando por el pasillo, antes de entrar a la sala se tambaleó. El resto del personal se alejó del sector abocándose a otras tareas.

Los familiares confirmaron lo adelantado por otro personal y notaron un estado de ebriedad del médico, por lo que le pidieron que no ingresara a la sala. El médico insistió en hacerlo diciendo que si lo derivaba a Río Gallegos el hombre se iba a morir en el camino.

Tuvo que ser el personal de policía que hace seguridad interna en el hospital el que finalmente impidiera que el urólogo ebrio ingresara a la sala.

El paciente fue derivado a la capital provincial, donde fue operado de urgencia por un urólogo de Río Gallegos. Se recuperó y volvió a El Calafate.

Si bien varios profesionales que ese día estaban en la guardia pidieron las disculpas del caso, admitiendo la gravedad de lo sucedido con su colega, el hospital no hizo actuación alguna.

Días después la familia consultó a la dirección del nosocomio sobre el estado de las cosas. Las respuestas fueron:

_Que el personal de guardia desoyó la orden de no convocar al urólogo porque estaba de licencia.

_Que no había actuaciones administrativas porque no existía nada escrito que reflejara el caso.

_Que se había pedido al personal de guardia que haga un informe pero que no obedeció.

_Y que se buscaban alternativas para que el profesional se someta a un tratamiento por su supuesto problema con el alcohol.

Ante las respuestas, la familia acercó a la dirección una nota formal y le adjuntó una exposición policial realizada horas después de lo ocurrido en la sala de guardia, donde se describen los hechos.

En ambos escritos se enumeran los sucesos y se pide que la dirección del hospital de El Calafate tome cartas en el asunto y brinde una información sobre las medidas que se toman para que episodios similares no vuelvan a ocurrir. Hasta ahora no hubo respuestas formales.

El caso es conocido ya por la mayor parte de la comunidad sanitaria de la ciudad. Profesionales médicos que no estuvieron ese día de atención pidieron disculpas a familiares sintiendo “vergüenza” de lo que le hicieron pasar a la familia.

El caso dejó a las claras que muchos conocían que un profesional médico acudía varias veces a su trabajo, en estado de ebriedad, incluyendo a directivos, pero no hubo actuaciones, llamados de atención ni ninguna medida preventiva, poniendo en riesgo la vida de vecinos de la ciudad, poniendo por encima “el no te metas” y el “corporativismo”.

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