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OPINIÓN

13 de diciembre de 2015

Apuntes Ciudadanos: Humor, Política y Afines III

Esta semana Alejandro Rojo Vivot nos cuenta algo poco conocido sobre el humor y la sátira en la época del Imperio Romano. Un mundo desconocido que ojala sea un disparador para indagar sobre el tema buceando en libros e internet.

Foto: A. Rojo Vivot  Tapa de la revista Caras y Caretas mayo de 1903 (El Semanario Caras y Caretas en Argentina fue publicado entre 1898 y 1941)

 

“Los chistes por desplazamiento son muy poco corrientes”. [1]

 

Sigmund Freud (1856-1939)

 

Décimo Junio Juvenal (60-128) (2) escribió por lo menos 16 sátiras en verso, integradas en 5 libros, donde humorísticamente critica a la sociedad romana de su época, incluyendo a la política. Algunos de sus textos explícitamente procaces nos podrían poner colorados en el siglo XXI, salvo los niños y adolescentes que lo ven a diario en la televisión y redes sociales.

Cabe recordar que este género fue iniciado por Cayo Lucilio (148 o 147 a C.- 102 o 101 a C.), siendo 30 libros de Saturae, en verso con distintas métricas.

Ojalá que haya cada vez más lectores que accedan a esas páginas y docentes que guíen a sus alumnos para que accedan al conocimiento. Seguramente los estudiosos de la política los analicen como antecedente histórico de valía y de su particular actualidad.

Asimismo es importante tener presente que la sátira, con humor, busca hacer docencia, a veces moralizante, pudiendo expresar cuestiones agudas con mayor facilidad y acierto que se las expusiera de otra forma; puede ser burlesco para dejar burdamente en evidencia lo que indigna y que se ha instalado por acostumbramiento acrítico como “hablar con voz lasciva”, con antecedentes en la poesía yámbica desarrollada en el siglo VII a C, que se caracterizaba por su sentido erótico y pornográfico. En esa época recitaban versos en vez de ir a cines XXX o ver canales de cable condicionados, que dicen que existen.

“Quieren conocer los secretos de la casa y hacerse, por eso, temibles. (…)

Sé un buen soldado, un tutor honesto, también un juez íntegro; cuando seas citado como testigo en una causa dudosa e incierta, aunque el mismo Fálaris (sangriento tirano) te ordenare ser falso y, acercándote un toro, te dictare el perjurio, ten por cierto que la mayor de las infamias es preferir la vida al honor, y por conservar la vida, perder las razones de vivir. (…)

La censura absuelve a los cuervos y castiga a las palomas. (…)

Si se concedieran elecciones libres al pueblo, ¿quién sería tan malvado que dudara en preferir Séneca a Nerón? (…)

Nosotros habitamos una ciudad en gran parte apuntalada con delgados postes, pues así combate los derrumbes el administrador, y, cuando ha resanado la abertura de una vieja grieta, nos invita a dormir sin cuidado, mientras nos amenaza la ruina. Debemos vivir allí donde no hay ningún incendio, (…) pues la alarma cunde desde los pisos bajos, será el último en arder aquel que esté protegido de la lluvia solamente por las tejas, allí donde las tiernas palomas ponen sus huevos. (…)

Ya hace tiempo, desde que no vendemos los sufragios a nadie, que este pueblo dejó los cuidados. El que en otro tiempo daba el imperio, las varas (fasces), las legiones, todo, ahora contiene sus pretensiones y sólo pide ansiosamente dos cosas: pan y juegos de circo”.

Juvenal, que creía que “difícil es no escribir sátiras”, fue audaz y valiente y falleció en el exilio al que fue enviado por ejercer su humor refiriéndose a sus contemporáneos de manera figurada, mientras el Imperio Romano se desmoronaba y se avizoraba el lento avance de la democracia y la libertad, como el incipiente involucramiento ciudadano respondiendo a su pregunta: “¿quién cuidará a los mismos guardianes?”.

 

[1] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Página 1057. Madrid, España. 1973.

(2) Juvenal, Décimo Junio. Sátiras. Universidad Nacional Autónoma de México. Páginas 1, 8, 10, 16, 18, 19, 44, 66, 70 y 80. México, México. 1984.

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