Viernes 29 de Marzo de 2024

12 de octubre de 2016

Quién es el músico local que elogió León Gieco

Se llama Luis Cañiu. Volvió a El Calafate después de 10 años. Desarrolla una carrera de músico profesional a la que accedió luego de una sacrificada adolescencia. Logró escapar de un constante bullying. Hubo quienes detectaron sus valores y ayudaron.

Cuando el lunes León Gieco cantó en El Calafate, algunos de los temas tuvieron el acompañamiento solo de un acordeón y de un charango.

El cantante apenas conocía el nombre del músico “local”, al que gran parte del auditorio tampoco registraba.

“Es un acordeonista de aquellos”, dijo uno de los “salieris  de Charly” al presentarlo.  Ya lo había escuchado en los ensayos del día anterior.

Mas tarde, el director del Coral Calafate Bernd  Ferstl lo describió como “un ejemplo de vida, en vida”.

Luis Cañiu vivió su adolescencia en El Calafate, luego de llegar a los 15 años junto a padres y hermana, desde Bariloche (Río Negro). Vinieron en busca de una nueva oportunidad ante problemas laborales y económicos.

Paradójicamente el primero en conseguir un trabajo fue Luis. Barría y limpiaba vidrios en el hotel Los Álamos. “El laburo no me gustaba pero lo hacía como si fuese una presentación artística”, admite.

Fuera del trabajo hacía changas lavando autos y otras tareas. Todo ayudaba a llevar la comida a su casa.

Por la noche iba al secundario, y mas tarde en su casa hacía música que a veces debían escuchar forzadamente los vecinos.

Él y su familia son miembros de la iglesia evangélica. Luis tenía en el templo del Pastor Antonio Villegas otro lugar para aprender música, y al mismo tiempo transmitirla a sus pares.

Con la familia Jaime trabajó en la fábrica de ladrillos ubicada en zona de chacras, un trabajo duro, pero que lo hacía sentir bien porque estaba con sus amigos.

También hizo tareas generales en el hotel Kau Yatun.

Cada lugar que pisaba iba dejando una huella que llamaba la atención, por ejemplo la del alemán Ferstl.

“Yo no llevaba gente a mi casa porque era muy chiquita, me sentía incómodo. Un día vino Berni a tocar un rato conmigo. Yo estaba empezando a tocar jazz. Estaba trabajando en la construcción y se me empezaban a estropear las manos. Él me dijo: - Vos no tenes que hacer esto, vos tenes que irte a estudiar”.

Mientras trataba de construir una pequeña casa con su familia, se ganaba la vida en la construcción y se hacía tiempo para la música, los integrantes de una incipiente asociación de amigos de la música local buscaban ideas para ayudar a que el chico se fuera a estudiar a Buenos Aires.

Luis nunca pidió ni exigió nada, ni siquiera que le dieran un espacio para tocar algún instrumento en alguna fiesta del pueblo.

Un préstamo de honor de la cooperativa telefónica local le dio el impulso para que viajara a Buenos Aires  y cumplir lo que había sido una utopía.

Ingresó a un conservatorio popular para luego entrar al Conservatorio Alberto Ginastera e iniciar su carrera musical.

La vida de Cañiú cambió, pero siempre con la impronta del sacrificio. Allí en Buenos Aires, el joven patagónico que no había conocido grandes ciudades, tímido y aun tartamudeando, también debió trabajar en la construcción, mudarse reiteradas veces y hasta comer menos para poder subsistir. Su mamá, hoy fallecida, trataba de ayudar tejiendo gorros y medias de lana aquí en El Calafate.

Sus formas de tocar y de aprender le fueron abriendo caminos a los primeros trabajos musicales. Uno de ellos  fue una propuesta para tocar tango, lo que le llevó un doble trabajo de aprendizaje y de tiempos. Tendinitis en las dos manos fue el resultado del sacrificio. Una recuperación de casi dos años, la consecuencia.

Que un patagónico y descendiente de tehuelche toque el acordeón, y que lo haga con nivel de excelencia, según entendidos, llama la atención hasta la actualidad, a lo que Cañu le suma su capacitación profesional y humildad y sensibilidad.

Cañiu pasó unos días en El Calafate, junto a su familia y sus amigos. Ya se vuelve a Buenos Aires donde hace su vida junto a su esposa Cynthia y su pequeña hija Juana, y donde trabaja como director musical en  el área de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, además de componer, y ser sesionista.

Su currículum tiene diversos trabajos como compositor, intervención en discos de variados artistas, director de obras musicales, horas de enseñanzas particulares y en colegios secundarios, y hasta institutos de menores.

A Luis Cañiu lo buscan músicos y productores para multifacéticos proyectos lo que hace que no se encasille en ninguna actividad ni instrumento. El acordeón es solo una parte de la historia, porque también están presentes las guitarras, los teclados, los arreglos y la composición.

Además tiene su propio grupo musical, con los que se da el gusto del rubro del Chamamé. “Lo armamos con los mejores músicos que fui conociendo. Son músicos superlativos”, y se anima a pensar que algún día vendrá a tocar con su grupo a El Calafate.

 

Tartamudez

Cuando tenía 4 años su hermano  mayor compró un acordeón para las juntadas con amigos en su casa.  “Yo pensaba que la acordeón tenía vida, veía como se abría y escuchaba que sonaba muy fuerte. Veía que resaltaba sobre otros instrumentos. Le pedí que me enseñara”, recuerda Luis Cañiu

Mientras su hermano la enseñaba los primeros acordes, un día se subió a un automóvil que estaba estacionado en una bajada. Sin conciencia le quitó el cambio, y el vehículo bajó varias cuadras marcha atrás. Terminó impactando contra el hotel Casa Blanca de Bariloche. Fue un trauma tan grande que le dejó a la tartamudez como secuela.

Durante su infancia y adolescencia era “el tartamudo”  siendo víctima de lo hoy llamado bullying.

Luis no tuvo tratamiento de especialistas. Dice que fue el llegar a El Calafate lo que también lo ayudó en ese aspecto. El tener que interactuar con gente nueva, hizo que debiera esforzarse para hablar de corrido.

De adolescente no tenía mucho tiempo para estudiar porque debía trabajar.  Por las noches grababa en audio los textos del estudio,  para escucharlos durante la mañana mientras trabajaba.

Las grabaciones ayudaron dice. “Cada vez que me trababa o tartamudeaba, volvía a grabarlo”, le comentó al programa radial Turno Mañana de FM Dimensión.

Disco

En el segundo año de estudio musical Luis Cañiu había incorporado conocimientos suficientes como para probar nuevas experiencias, por ejemplo la de hacer un disco de música instrumental.

Lo costeo con apoyo de comercios y empresas locales, y con la idea de convertirlo en suvenir de El Calafate. Con el gerente de la Cámara de Comercio y después Secretario de Turismo de la Provincia, Mariano Bessio, planeaban introducirlo como un elemento mas de promoción turística de El Calafate, por ejemplo en las exposiciones turísticas. “Cada tanto lo escucho, pero yo quería hacerlo Con Mariano Bessio pero él se fue antes (falleció)”.

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