Claudia Villareal llegó a El Calafate con la misma idea que la mayoría que dejan su provincia natal. Fue una amiga que vive en esta ciudad quien la convenció para dejar Córdoba e intentar nueva vida en el sur, y así salir de una grave situación socioeconómica.

La joven madre se vino con sus dos hijos mas chicos de 1 y de 4 años. 

En el barrio Mosconi de la capital cordobesa quedó su hija mayor, Ariadna, de 9 años. Su amiga Stella Mary le dijo que ella la cuidaría, hasta que pudiera acomodarse en Santa Cruz. Claudia aceptó porque su amiga conoce a su hija desde que nació, la había cuidado desde pequeña y tenían esas relaciones de familia, aunque sin lazos de sangre.

Al año siguiente Claudia fue a buscar a Ariadna, pero no la pudo traer con ella. Quien era su amiga le reclamó el escaso contacto que la mujer había tenido con su hija, y no le permitió retirarla de su vivienda.

La madre vio a su hija, pero solo en el interior de la vivienda de su supuesta amiga y por poco tiempo. Ella recuerda que la niña “estaba asustada”.

El caso fue denunciado en la justicia de Córdoba, con un escrito firmado por .un abogado de esa ciudad al que Claudia pagó con sus pocos ahorros.

En el escrito al que accedió www.ahoracalafate.com.ar, la situación se presenta como un caso de Sustracción o Retención de una menor de edad.

A más de un año de la denuncia formal, la causa no ha tenido movimientos y la madre implora desde El Calafate para poder recuperar a su hija.

Claudia ya no cuenta con el abogado al que le pagó y sobre quien dice que “no hizo nada”. 

Aquí en El Calafate la situación fue presentada ante la Defensoría Oficial y la Secretaría de la Niñez, pero pesan las cuestiones jurisdiccionales ya que la menor nunca salió de su provincia de origen.

La niña Ariadna tiene padre, pero desde su nacimiento él nunca la vio. Sus padres se separaron pocos antes que naciera y según cuenta la mamá Claudia, el hombre siempre negó  el contacto.

Para Claudia, viajar nuevamente a Córdoba para dar pelea legal significaría dejar su trabajo temporario, y desatender la vida de sus otros pequeños hijos.

Lo peor de la historia, hasta ahora no se conoce que alguien haya escuchado el parecer de la niña, un derecho que debe ser inviolable, según la legislación existente.

La situación se vuelve mas preocupante desde meses atrás cuando Claudia supo que en el domicilio donde está su hija, la policía habría hecho allanamientos como parte de investigaciones judiciales.

Sus compañeros de una iglesia evangélica le dan aliento y la terminaron de convencer para que haga pública su historia, en busca de ayuda o al menos una idea que la lleve a recuperar a su hija Ariadna, hoy de 12 años.