FOTO: ARV. TAPA REVISTA CARAS Y CARETAS, BUENOS AIRES, 21 DE JUNIO DE 1924

“El reír de los mismos chistes prueba una amplia coincidencia psíquica”. (2)

Sigmund Freud (1856-1939)

Con una fuerza casi irrefrenable el humor es atraído con particular intensidad ante las controversias políticas, los debates parlamentarios, etcétera.

Con alguna frecuencia persisten las humoradas más que las discusiones ideológicas inclusive las muy berroqueñas.

Aunque hay que tener presente que: “Llegar a comprender plenamente el fenómeno de la risa supondría haber desentrañado el misterio central de la naturaleza humana”. (3)

En unas de sus páginas del renombrado italiano Giovanni Guareschi (1908-1968) encontramos un muy ejemplo de lo antedicho.

“Eran los días que en el Parlamento y en los diarios los políticos se agarraban de los pelos por causa de aquel famoso artículo 4° que luego resultó ser el 7°, y como entraba en danza la Iglesia y la religión, don Camilo no había vacilado en meterse hasta el pescuezo en la tormenta. (4)

Cuando estaba seguro de trabajar por una causa justa, don Camilo procedía como un carro blindado, y de ese modo, como los otros hacían de la cuestión sobre todo un problema partidario y veían en la aprobación del artículo una victoria del más poderoso adversario político, las relaciones entre don Camilo y los rojos eran muy tirantes y soplaban vientos de garrotazos.

-Nosotros queremos que el día que sea rechazado el artículo sea de regocijo para todos- había dicho Pepón a los suyos, en una reunión-. Por lo tanto, participará también en los festejos nuestro reverendo arcipreste…

Y había impartido directivas para la confección de un magnífico don Camilo de paja y trapos, que sería conducido al cementerio con gran pompa y al son de la música, con un gran letrero sobre la panza ʻArtículo 4°ʼ.

Naturalmente, don Camilo lo había sabido en seguida y se apresuró a hacer preguntar a Pepón si, habiendo él, don Camilo, determinado abrir un círculo de mujeres católicas en el comité de la Sección, el compañero Pepón estaba dispuesto a cederle las habitaciones lo más pronto, sin esperar el día de la aprobación del artículo.

La mañana siguiente aparecieron en el atrio el Brusco y otros cinco o seis de la barra, quienes se pusieron a discutir en voz alta, indicando con amplios ademanes esta o aquella parte de la casa parroquial.

-Yo opinaría hacer el salón de bailes utilizando toda la planta baja y situar el bufet en el primer piso.

-También se podría abrir una puerta en el muro divisorio y unir la planta baja con la capilla de San Antonio; levantar una pared para aislar la iglesia y poner el bufet en la capilla.

-Demasiada complicación. Más bien: ¿Dónde alojamos al arcipreste? ¿En el sótano?

-Es demasiado húmedo, pobrecito. Mejor en el desván…

-También podríamos ahorcarlo en el poste de luz”. (5)