Por Alejandro Rojo Vivot [1]

“He aquí un chiste que se dice tuvo lugar durante un examen de jurisprudencia. El candidato debía traducir un pasaje del ʻCorpus Iurisʼ [2]: Labeo ait= yo caigoʼ, dijo él. ʻUsted cae, digo yoʼ, replicó el examinador, y puso fin al examen. Cualquiera que equivoque el nombre del gran jurista (Labeo) confundiéndolo con una declinación verbal y aún más, en forma errónea (ʻLabeoʼ por ʻLabeorʼ, o sea, ʻyo caigoʼ), sin lugar a dudas que no merece nada mejor. Pero la técnica del chiste [3] reside en el hecho que casi las mismas palabras que señalaban la ignorancia de candidato fueron usadas por el examinador para pronunciar su castigo.

Es tan grande en estos chistes la variedad de las pequeñas modificaciones posibles, que ninguno es igual a otro”. [4]

Sigmund Freud (1856-1939)

El célebre humorista gráfico español Enrique Oliván (Oli) (1933-2000) expresó “Puede decirse que el humor no se relaciona con la política. Los temas centrales de ésta le son inaccesibles. Se hace tan sólo humor de circunvalación. Sin embargo, la política se relaciona con el humor a través de los diversos mecanismos de la censura”. [5]

Quienes, de alguna manera, están interesados en el fútbol seguramente han visto la película española “Que baje Dios y lo vea”; [6] además los periodistas especializados habrán emitido su opinión al respecto.

La trama entrelaza varias historias: un Seminario católico en el monasterio San Teodosio, [7] las pujas por el poder de algunos cléricos, un emprendimiento hotelero mucho más rentable que algunas tareas pastorales, las rivalidades entre iglesias cristianas, el accionar de parte de religiosos focalizado en los más pobres, etcétera.

Y por otro lado, la práctica deportiva de los jóvenes aspirantes a sacerdotes además de sus estudios y, por caso, el ejercicio de sus votos de pobreza, castidad y obediencia que se remontan a siglos donde el mundo era considerado peligroso para la conservación de la Fe y se instauró la asimetría entre géneros. [8]

Luego de debates internos, las autoridades monásticas aceptan la conformación de un equipo de fútbol sin elegir únicamente a los mejores; compiten en la Liga Diocesana, llegando a ser proclamados campeones nacionales, lo que los lleva a la final de la “Champions Clerum”, donde el rival son miembros de El Vaticano.

En definitiva, de casi los confines la irreverencia futbolera llega al extremo de ser una alternativa deportiva inaudita y sin antecedentes.

Pareciera que la Jerarquía es puesta en duda y eso no es posible ya que siempre triunfaron quienes practican a la sombra de la Basílica de San Pedro.

Es una película política con atención en el ejercicio del poder, planteada como comedia.

Lejos estamos de reseñar el desenlace, pero sí alentamos a que, ojalá baje Dios y vea algunas cuestiones realizadas en su nombre y otras reiteradas por siglos sin argumentos plausibles en la actualidad.