Miércoles 24 de Abril de 2024

14 de diciembre de 2019

Rafael Lim corrió su segunda Vulcano Ultra Trail en los 100K

El ultramaratonista de El Calafate por segunda vez participó en esta competencia que se realiza en la zona de Puerto Varas como base de operaciones. El propio atleta cuenta su carrera.

Esta vez me alcanzaron unas horas en Punta Arenas, para que Jose Miguel Hidalgo me equipara con lo mejor que tiene en Mountain House Chile e ir por esos 100K. Te voy a estar siempre agradecido querido amigo.
Desde que llegué a Puerto Varas, sabía que esta vez iba a ser algo diferente. El bus partía a la largada el viernes a las 22hs. Por eso quería dormir un rato por la tarde después de la charla técnica (o al menos descansar un poco más), porque el viaje de dos días (600K en dos buses y 1.900K en avión) había sido agotador.
En la acreditación me encontré con Renzo Santoro, de Outsoul Chile, un gran amigo y que me llevaría algunas cosas que le había pedido en su stand. Agradecido por el regalo recibido querido amigo.

Siempre es bueno encontrarse con grandes amigos. Uno de ellos Enzo Ferrari, quien me entrenó para poder correr los 120K uniendo el glaciar con el Río Santa Cruz. Fue muy motivante abrazarte querido amigo.
El almuerzo del viernes fue la última comida “sabrosa” hasta que no terminé de correr. De todas maneras la noche anterior había hecho una carga de carbohidratos que me prepararon Julieta Bustos (mi entrenadora) y el resto del Team Espíritu Patagonia de Lago Puelo (al que pertenezco a la distancia).


Logré dormir unos minutos antes de tomar el bus a Petrohué (Largada y Meta). Viajé junto a Esteban, un amigo Natalino (nacido y criado en Natales) un joven corredor fuerte, que también tiene su “mochila de vida” pesada y su humildad lo hace un grande.


Ya en la carpa de corredores compartimos café con varios amigos que hice a través de las montañas de Chile. Como ocurre siempre, los minutos “vuelan” en ese momento. Entregué mi bolso de corredor (zapatillas de recambio, ropa, algunos snacks y más geles) para que la organización me lo entregase en el PAS CASCADA “dropbag” (PUESTO DE ASISTENCIA) en el km 48 de carrera y así abastecerme y cambiarme.


La largada fue a las 00.00 del sábado. En una noche despegada y agradable para correr.
Ya en 2015, cuando corrí por primera vez Vulcano Ultra Trail (73K), había sufrido muchísimo correr con el calor de ese día (33°C). Haber visto gente tirada y descompuesta mientras avanzaba, es una imagen que no voy a olvidar. Por eso había jurado que no volvería. Pero una charla y una invitación de Cesar Montoya Bustos, a cargo de su productora Puelche Producciones, me hizo confirmarla.


Ya estando en la línea de largada, sobre toda esa arena, me hizo preguntarme “¿por qué estoy acá otra vez?”.
La clásica cuenta regresiva y decenas de corredores nos lanzamos a lo que iba a ser una aventura de 103K (GPS 114K 4.600m+).


El primer control lo tendríamos en la cima Vulcano (en un sector alternativo, un poco más bajo, ya que la lengua de piedra volcánica está inundada). Llegar hasta ahí fue tratar de correr subiendo por cuestas de arena. Bueno, desde que comenzamos, y hasta que terminamos, todo fue arena volcánica.


Ya en el descenso (abusé de bajar corriendo sin pensar en el resto de la ultra) en el primer PAS PIONEROS (km12), mi primera sorpresa. Me reciben al grito de “Rafa!” que hasta ese momento, al menos para mi, era un joven desconocido.


Seguí bajando hasta el siguiente PAS, muy próximo, sólo para comenzar el ascenso más fuerte. Llegar al PAS TESKI (aerosillas) y a lo más alto de la carrera (1.407m) fue subir por “mucha arena volcánica”, cruzar manchones de nieve y hielo, mucho viento y todo viendo las nubes...pero desde arriba!!!. En TESKI vi varios corredores que sufrieron la noche y lo duro del circuito de arena. Hubo algunos corredores descompuestos que creo no pudieron continuar. En este PAS comí comida caliente y me encontré nuevamente con Lucho Sepulveda (con quien ya nos habíamos visto en la acreditación de la carrera), Lucho es ese amigo a quien conocí en un bus de Santiago en Octubre de 2016, y es hasta el día de hoy que nos mantenemos en contacto. Demoré unos 15’ para salir y seguir subiendo. Ya nos habían informado de los manchones de hielo y nieve con los que nos íbamos a encontrar a esa altura.


En ese tramo fue en el que tuve muchísimo cuidado.


Una vez arriba, traté de mentalizarme para no bajar fuerte. Pero entre el deseo de cuidar los cuádriceps, bajar rápido y ganarle al tiempo de corte, me volví a entusiasmar y bajé (en algunos tramos) más rápido de lo que debía.


Y eso me di cuenta cuando llegué al PAS CASCADA (retiro de dropbag y punto de corte / 12.00hs). Había hecho ese primer tramo de 48K con casi 2.000m+ en 8h40’ (casi 4hs abajo del corte). Había corrido toda la noche a un ritmo que no había planificado. Pero que sirvió (al menos en ese momento) para salir con fuerza para ganarle al segundo tiempo de corte. En este PAS volví a comer comida caliente, me cambié de zapatillas y de ropa. En todos los puestos sentí una atención súper esmerada de todas las personas que estaban trabajando ahí.


Salí de ese PAS con varias horas de ventaja con respecto al tiempo de corte. El siguiente control se encontraba dentro de un campo privado, por lo que el circuito se desarrolló entre caminos rurales y sectores dentro de los campos. Fue una etapa algo monótona, pero con casi 60K en el cuerpo, el ritmo fue comenzando a caer. Las marcas del circuito estuvieron (por momentos “sobremarcado”) excelentes; pero recuerdo que pensar en la familia y en algunos momentos e imágenes, hicieron que perdiera la concentración y no viera las marcas y terminara alejándome varios cientos de metros del curso de la carrera.


Volví junto a otros corredores quienes nos íbamos diguiendo y terminamos encontrando el desvío.
Minutos antes de llegar al PAS HACIENDA, mi reloj SUUNTO me avisaba que sólo le quedaba 2% de batería, por lo que decidí parar de registrar y guardar lo hecho hasta ese momento (unas 12hs de GPS). Creo que, como el frío en Ushuaia (cuando aguantó 11h59’), la ceniza volcánica fue demasiado para él (😂).
Ya en el PAS HACIENDA (km65) escucho el grito “vamos Rafa!!!” de Hery Bello, un gran amigo que me dio las carreras en Chile. Él se prestaba a salir después de haberse abastecido.


Una vez adentro del “establo”, tomé sopa y un sándwich de membrillo y queso que había guardado para ese momento. Descansar otros 10’ antes de salir me hizo bien. Definitivamente el ritmo de mi carrera había bajado muchísimo. Y llegar al próximo PAS, me costo aún más. El circuito fue muy trabado. En un momento seguimos ascendiendo dentro de bosques, en un sector creado para la carrera. Chorrillos, barro y un bosque con muchas ramas caídas hacía más lento el paso. En ese tramo, fue muy importante para mi (y se lo agradecí) encontrarme a Silvia, un neuquina que tomó el frente, y “tiró” del grupo manteniendo un ritmo e hizo que yo siguiera sin parar.


Así llegué al PAS CONAF (km77) 3hs y media abajo del tiempo de corte. “Destruído”. Pagando todo lo corrido sin control los primeros 40K. Cuádriceps “rotos”. Pies “reventados”. Y todavía faltaban 40km más de carrera con otros 2.000m+. Y dos cumbres más con arena por subir.

🤦🏻‍♂️.
Este último tramo el sol hizo que recordara lo vivido en 2015. Comenzaba el calor y con las botellas casi vacías después de 12km, el PAS DESOLACIÓN, no aparecía. En esta etapa mientras subía me encuentro con Jano (Alejandro Prieto) un amigo a quien conocí en 2015, cuando fui a correr los 60K de PUTAENDO. Se encontraba de paseo con su perro y con la hermana de otro amigo. Me dio palabras de aliento y compartimos unos minutos de ascenso por arena.


Recuerdo ya llegando a la parte alta, que corría un arroyo de deshielo, el cual aproveché para mojar el “buff” y ponérmelo en la cabeza (🥵). Fue ahí que me cruzaron varios cuatris de la organización preguntando si estaba bien.


Llegué al PAS DESOLACIÓN 3hs abajo del tiempo de corte. De ahí tenía que subir a “LA PICADA”. No tenía buenos recuerdos de esa cumbre. Con casi 90km en el cuerpo, y en las condiciones en las que llegaba (destruido, cuádriceps rotos y pies reventados), me di cuenta que no estaba tan fuerte como creía.
Tomé un manojo de maníes, y el 10mo gel (ya no quería saber más nada de geles) y salí por esa cumbre.
Minutos antes había visto que se me había reventado la ampolla que se me había formado en el dedo del pie.

Subí a ritmo “tortuga”. Eso hizo que el ascenso fuese eterno. Pero eran más dolorosos los descensos, porque cargaba los cuádriceps y eso me hacía sentir un dolor lumbar; dolor lumbar que en este momento estoy sufriendo mientras escribo esto. Volví al mismo PAS DESOLACIÓN después de hacer cumbre en LA PICADA. Paré otros 15’ minutos a comer y tomar todo lo que podía. A esa altura me sentía cansado. Los casi 100km que llevaba en el cuerpo junto a esa cantidad de arena me “castigaron” duro.


Salí del PAS al mejor ritmo que podía mantener. Por momentos hasta corría. Faltando unos pocos kilómetros (en ese momento cada kilómetro era larguísimo) me cruzo con Ivan Ferreira, un corredor de Temuco, con quien nos presentamos y me cuenta que sabe de mi porque corrimos juntos algunas carreras, y me comenta que su hijo estaría esperándolo en el siguiente PAS CRUCE/ALERCES. Luego de bajar varios minutos, apareció Simon, que estaba subiendo al grito de “papá!”. Y también me saluda “Rafa!” y me cuenta que él fue quien me saludó en el primer PAS a los 12km (por un momento parecía que todos me conocían.


Llegamos los tres juntos al siguiente PAS, en dónde volví a sacar la arena acumulada de las zapatillas (no podía agacharme y una chica del PAS me hizo de apoyo para ayudarme sacándome las zapatillas y volviéndomelas a atar.


Aún faltaba una vuelta de 9km, y los 105km que marcaba el GARMIN de Iván, también los marcaba mi cuerpo.
Salimos con lo último de valor por esa última etapa. El ritmo “tortuga” fue el que mantuve. La última parte fui más lento de lo que pensaba. Pero fue firme y constante.


Faltando unos kilómetros, encontramos una corredora descompuesta que estaba muy nerviosa. Simón decidió quedarse él y que nosotros siguiéramos a pedir ayuda.


Lo que sigue, fueron unas horas moviéndonos en la oscuridad sólo iluminada con nuestros frontales. En un momento bajé el ritmo, y dejé que Iván se adelantara. Y hasta me pasaron unos corredores que venían atrás. Pero faltando menos de un kilómetro, lo encontré a Iván sentado en una piedra. “¿Qué pasó Iván?” le pregunté. “Te estaba esperando para llegar juntos” me contestó.


Una vez más, vuelvo compartir mi mirada. Porque para mi, hace tiempo que correr dejó de ser sólo un deporte. Porque no me interesa ganarle a alguien. Ni tampoco se hacer podios.


Correr ultras es la manera en la que comencé a ver mi vida. Que no es otra cosa que buscarme en ese kilómetro 100, después de subir 4.500m+; encontrarme, y empujarme un poco más.

Dedicado a quienes me cubren en el trabajo y me ayudan a poder entrenar y viajar. Gracias AlanDaniloDiego y Pablo. Sin ustedes no podría hacerlo.
A mi amor, por apoyarme siempre. Porque estoy convencido que fue al escuchar su voz estando en terapia intensiva que comenzaron a moverse mis dedos.
A mis papás, que estuvieron en la peor parte de mi vida, especialmente a mi mamá que me bañó a los 26 años cuando todavía no podía moverme. Guardo esa imagen, y siempre la saco en algún momento de las ultras.
Y es a través de las ultras que puedo mostrarles qué soy capaz de hacer hoy.
A Tomás y a Pabli, para demostrarles que sólo hay que proponérselo y trabajar para hacerlo realidad (especialmente a Pabli que le encanta decirme, y me encanta escucharlo, cuando me dice “pa, rinoceronte, mastodonte, crack”😂).
Y a todas esas personas que hicieron hasta lo imposible para que siguiera vivo. Gracias Dr. Jose Benjamín Mercado. Gracias Dra. Alejandra Corrales. Y que el esfuerzo de todas esas personas por salvar mi vida, haya valido la pena.
Gracias Señor.

Por Rafael Lim

Foto Portada: Run Chile 

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