Miércoles 24 de Abril de 2024

OPINIÓN

22 de julio de 2019

APUNTES CIUDADANOS: LA HISTORIA COMENZÓ ANTES

FOTO: ARV. CARAS Y CARETAS, CONTRATAPA. BUENOS AIRES, 17 DE DICIEMBRE DE 1904

HUMOR, POLÍTICA Y AFINES CLXXIV

Por Alejandro Rojo Vivot [1]

“El conjunto de los procesos de transformación es denominado por mi elaboración del sueño, y como un fragmento de la misma he descrito un proceso de condensación que muestra la mayor analogía con el que aparece en la técnica del chiste, pues produce como éste una abreviación y crea formaciones sustitutivas de idéntico carácter”. [2]

Sigmund Freud (1856-1939)


Las reflexiones políticas, cuando agregan una faceta humorística, contribuyen en mucho al debate y, con frecuencia, a desmitificar falacias construidas para edificar relatos oficiales acordes a determinados intereses.

Los perezosos en el estudio de la historia y los repetidores de frases con poco o nada de contenido, aún bien entrados en el siglo XXI, afirman supinamente que el proceso internacional de las sufraguistas comenzó a mediados del siglo XX, inclusive focalizando en quienes tenían en lo personal pocos antecedentes al respecto, ignorando al siglo XIX, sobre todo de la labor cívica de muchas y valientes mujeres que, desde el llano, bregaron por acceder al derecho democrático trascendental.

Todas contribuyeron con sus aportes, sin desmerecer a ninguna.

Las historias cotidianas de la gran aldea de Lucio Vicente López (1848-1894), describen con gracejo la época en que vivió, lo que significan testimonios de gran valía de un testigo sobresaliente.

“Así era por aquellos días [3] el fanatismo político entre las mujeres. El ídolo político de mi tía, hombre formal, estudioso, lleno de buena fe, como el profeta de Münster, [4] tenía una especie de virtud inconsciente e involuntaria para revolver las cabezas femeninas, y a pesar de su gravedad, de todo su juicio, contábase con cierto, por los adversarios, que más de una vez la crema de la high-life del tiempo, las señoras encopetadas de Buenos Aires, le había hecho manifestaciones acciones de simpatía en las ventanas de su casa, poniéndolo, en una edad que no era la de Apolo, en el caso de presidir la asamblea de mujeres, perorar ante ellas y echarles las más metafóricas, las más eufóricas, las más pintadas frases de su cosecha oratoria.

En vida de mi tía, su casa era uno de los centros más concurridos por todas las grandes personalidades, y en ella se adoptaban las resoluciones trascendentales de sus directores. Los grandes planes que debían imponerse al comité, para que éste los impusiese al público, salían de allí, y en su elaboración tomaban parte cabezas supremas, que deliberaban como una especie de estado mayor, sin que los jefes subalternos tomasen parte en las discusiones. Lo más curioso era que aquella gran cofradía creía, o estaba empeñada en hacer creer, que era el partido quien concebía los profundos programas electorales, y la verdad era que el gran partido solía convertirse en un ser tan pasivo como los ídolos asirios, que aterraban o entusiasmaban a las muchedumbres según el humor del gran sacerdote que gobernaba los resortes ocultos de la deidad.

Tenían aquellas reuniones un colorido particular, y más de una vez fui espectador de las escenas que se producían entre sus altos y profundos augures. [5] Mi tía no estaba quieta un solo instante; salía y entraba a la sala en que se congregaban sus correligionarios, atendía a una que otra visita íntima del barrio en las habitaciones interiores, y volvía de nuevo por un instante a seguir el hilo de los debates y peroraciones que tenían lugar”. [6]

 


[1] Comisión Redactora reforma del Consejo de la Magistratura de la Provincia de Tierra del Fuego. Miembro titular. Decreto N° 2193/13. (2013).

[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1042. Madrid, España. 1973.

[3] A fines del Siglo XIX.

[4] Ciudad alemana donde se desarrolló el movimiento religioso anabaptista (1534).

[5] Sacerdotes que predecían el futuro en la Roma antigua, influyendo así en decisiones políticas.

[6] López, Lucio Vicente. La gran aldea. Costumbres bonaerenses. Centro Editor de América Latina. Páginas 20 y 21. Buenos Aires, Argentina. 1980.

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