OPINIÓN
1 de noviembre de 2015
Apuntes Ciudadanos: Campañas en chiste V
Alejandro Rojo Vivot sigue haciendonos pensar como el humor es importante tenerlo siempre presente en cada uno de nuestros días.
Foto: A. Rojo Vivot Tapa Caras y Caretas Mayo de 1901
“La técnica de este grupo de chistes puede describirse como condensación con ligera modificación, y sospechamos que el chiste será tanto mejor cuanto más pequeña sea la modificación sustitutiva”. [1]
Sigmund Freud (1856-1939)
Abreviando mucho, el humor, por definición, incomoda, desestabiliza, etcétera, aunque sea momentáneamente, mediante, la sorpresa y lo inesperado. Es claro que el sentido del humor, principalmente, reside en el receptor que, además debe ejercer algún grado de inteligencia para que se genere ese extraordinario fenómeno.
El genial portugués, Premio Nobel de Literatura (1998), José de Sousa Saramago (1922-2010), en 2004 publicó su insoslayable novela sobre la democracia y la ciudadanía: Ensayo sobre la lucidez.
Todo transcurre en un ignoto país, fácilmente asimilable a cualquiera de hoy en día, donde gran parte de los electores, espontáneamente y sin consultarse mutuamente, deciden en medio de una gran lluvia (“eran cubos, eran cántaros, eran nilos, iguazús y ganges”, incidir mediante el ejercicio del voto, en una sociedad donde “Un presidente, incluso el de un común colegio lectoral como éste, deberá guiarse en todas las situaciones por el más estricto sentido de independencia, o, dicho con otras palabras, guardar las apariencias”. [2]
En sus páginas, con gran ironía y gracejo, va relatando dos curiosos procesos electorales, incluyendo el recuerdo de un gran fraude conocido como el pucherazo que se podría volver a cometer con votos falsos incluidos en las urnas la noche anterior.
A lo largo de las páginas se suceden una serie de hechos inexplicables, donde la población habilitada, frente a su responsabilidad de participar activamente en los comicios, han culminado en un hartazgo cívico tal que desencadena en una muy particular desobediencia civil espontánea, sin que nadie los obligue a nada. Una parte del pueblo se comporta al unísono haciendo trepidar estructuralmente al país (muchos se presentan a votar a última hora obligando, dos veces, a prorrogar el tiempo de cierre), votando la mayoría en blanco: 83%, deslegitimando a los tres partidos políticos que se presentaron que poco arriesgaron al opinar, dando “una en el clavo y otra en la herradura”. También se mofa de los dedicados a anticipar resultados lamentando que estén prohibidos los ancestrales y sangrientos oráculos, de los servicios de inteligencia que espían a la gente en vez de cumplir su cometido de velar por la seguridad de la patria, los engañosos discursos oficiales y los de los candidatos ricos “en juramentos y promesas”, etcétera. También recrimina a “la rutina de los electores que nunca creen en la utilidad del
voto e insiste contumazmente en su ausencia”, yéndose a pasear en familia o, perezosamente quedándose en sus casas.
Todo sucede en las primeras páginas, el desconcierto de las autoridades políticas y de los partidos políticos es absoluta; luego se suceden las 400 restantes con más de elucubraciones y graciosas situaciones de todo tipo.
La muy divertida obra es de ágil lectura, incisiva en extenso y profundidad, que invita a la reflexión y, quizá, esperando que se logren aplicar las soluciones, en democracia, por parte de los poderes públicos para que nunca los ciudadanos democráticamente digan al unísono: basta, hasta aquí llegamos.
[2] Saramago, José. Ensayo de sobre la lucidez. Alfaguara. Páginas 11 y 12. Buenos Aires, Argentina. Abril de 2004.
[1] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera Edición. Página 1040. Madrid, España. 1973.
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