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OPINIÓN

3 de abril de 2016

Apuntes Ciudadanos: Quasimodo

Alejandro Rojo Vivot nos hace pensar en como el humor y la política continuamente se confunden en la realidad cotidiana en la historia y en nuestros días. HUMOR, POLÍTICA y AFINES XIX.

Ilustración: “Violeta ayudando a beber a Quasimodo” de Antoine Johannot (1803-1852), célebre pintor, ilustrador y grabador francés.

 

Donde no hay sentido del humor hay dogma".

 

Alfonso Ussía (1948)

 

El muy prolífero escritor y filósofo español estadounidense Jorge Luis Ruíz de Santayana y Borrás (1863-1952) apuntó: “los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, tan válido para todos los individuos como comunidades. La política y, particularmente, los ciudadanos deben tenerla muy presente.

El extraordinario novelista y poeta de interesante vida política, el francés Víctor Hugo (1802-1885), en su famosa obra “Nuestra Señora de París” (1831) relata con maestría los más obscuras y aberrantes formas de ejercer el poder.

El campanero de la Catedral gótica parisina, abandonado al nacer en su atrio y adoptado por Frollo, el Archidiácono, es conocido como Quasimodo en relación, por un lado a su discapacidad (casi humano) y por otro lado por la festividad religiosa del primer domingo de Pascuas (“Así como…”, comienza la Liturgia de esa festividad cristiana), día en que fue encontrado.

El escritor se ocupó muy particularmente de la pobreza, la infancia y las personas con discapacidad, olvidados, entre otros, de la política en general y del accionar de los poderes públicos en particular, lo que le significó un exilio por veinte años (1852-1870) y que a su fallecimiento recibió los honores máximos del Estado, siendo acompañado por unos 2.000.000 de personas hasta el Panteón de París, que ni los más poderosos políticos lo logran.

La acción principal se concentra en la célebre Catedral, inaugurada en 1345, y en sus alrededores, comenzando el relato el 6 de enero de 1482, durante el reinado del absolutista Luis XI (1423-1483), cuando se celebraba “la doble solemnidad, reunida desde tiempo inmemorial, del día de Reyes y las Fiestas de los locos”.

Cada 6 de enero se elegía al “papa de los locos”, en un concurso grotesco donde se premiaba la fealdad así entendida por los asistentes.

Triunfa Quasimodo con “una nariz de tetraedro, de esa boca como herradura de caballo, de ese pequeño ojo izquierdo obstruido por cejas espinosas y rojas mientras el ojo derecho desaparecía enteramente bajo una enorme verruga, de esos dientes desordenados, dispersos, como las almenas de una fortaleza, de esos labios callosos sobre los cuales avanzaba uno de sus dientes como la defensa de un elefante, de ese mentón hendido (…)”. El pueblo presente cree que es una mueca de artificio pues no lo concibe como posible; no obstante lo consagran: “se hizo salir en triunfo al bienaventurado papa de los locos. Pero fue entonces cuando la sorpresa y la admiración al máximo. La mueca era su verdadero rostro”.

La genial obra, con gran desarrollo histórico y político, puede ser leída como una gran humorada trágica, llena de contrastes donde los buenos son los malos y viceversa, primando las apariencias y la estética sobre la condición humana.

La Corte de los Milagros (Cour des miracles) medieval está descripta en detalle por lo que se puede rememorar a muchos barrios de la actualidad en que se los ningunea como entonces, oficialmente ocultando los datos claves, construyendo altos paredones, observándolos desde helicópteros públicos de uso privativo, la educación de calidad está bien lejos de las zonas con población más carenciada y sin acceso a servicios básicos, etcétera.

En el siglo XXI, algunas búsquedas laborales siguen estipulando como necesaria la buena presencia.

Con su quinto postulado, Euclides nos enseñó que las paralelas nunca se cortan, mientras que el humor y la política continuamente se confunden en la realidad cotidiana, buscando sin éxito aturullar [1] a la gente.

 

[1] Confundir.

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