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OPINIÓN

16 de octubre de 2016

Apuntes Ciudadanos: GOYESCAS

En la columna de hoy, Alejandro Rojo Vivot (1), nos acerca al gran artista español Francisco de Goya y Lucientes. En sus obras Goya nos ilustra con obras de la violencia del Estado, proclamas políticas, el absolutismo entre otras obras de humor pólitico.

Ilustracion: "Los desastres de la guerra" (33) Francisco Goya

 

“Mas nos escapa entonces por completo qué es lo que determina el carácter chistoso de la comparación, dado que éste no reside, desde luego, en la forma de expresión del pensamiento ni en la operación de comparar. No podemos, por tanto, hacer otra cosa que incluir la comparación entre los géneros de ʻexposición indirectaʼ de los que sirve la técnica del chiste, y tenemos que abandonar, sin resolverlo, este problema, que al tratar de la comparación se ha alzado ante nosotros mucho más claramente que cuando examinamos los restantes medios del chiste”. [2]

 

Sigmund Freud (1856-1939)

 

Cuando, conscientemente, se practica el humor, se amplían las posibilidades de exposición con valiosísimos recursos puestos a disposición de los que participan.

Más allá de se ser el humor un asunto serio también quienes avanzan decididamente en sus respectivos cometidos, en forma reflexiva y con circunspección, lo emplean cada vez que lo observan como un recurso útil a lo que se proponen.

La creatividad es un rasgo evidente de la inteligencia mientras que la rigidez intelectual, a veces valorada en sí misma por algunos, es un indicador en sentido contrario.

El extraordinario artista plástico español Francisco de Goya y Lucientes (1746 - 1828), fiel exponente del romanticismo y un precursor del vanguardismo característico del siglo XX, retrató la violencia del Estado invasor contra la multitud que se sublevó contra la tiranía el 2 de mayo de 1808, que tanta repercusión tuvo en América Latina colonizada a la fuerza por España.

En ese sentido es dable recordar a “Los desastres de la guerra” compuestos por 82 grabados que sus sucesivas reproducciones alcanzaron una gran difusión, incidiendo popularmente en la generalización del repudio de la violencia provocada mediante atrocidades financiadas con recursos públicos, que incluían los saqueos en tierras americanas y otras comarcas colonizadas y evangelizadas.

Esas pinturas, de gran técnica y belleza fueron proclamas políticas que pronto se popularizaron, con gran fama perdurable en el siglo XXI, que incluyó una serie que denominó “Caprichos”, (1799) integrada por 80 magníficas obras satíricas como, por ejemplo, “Tu que no puedes” (42), que mordazmente ridiculiza a los grupos ociosos de la nobleza y del clero, que viven a cuestas del trabajo del pueblo y que éste todavía no se ha revelado en tal sentido.

En su colección, probablemente incompleta, de 22 aguatintas y aguafuertes, con retoques de punta seca, realizada entre 1815 y 1823: “Disparates” o “Los proverbios”, encontramos su sentido de humor claramente expresado tanto con respecto a algunas cuestiones culturales de su época como por la restauración del absolutismo de Fernando VII, apoyado por el imperio de Napoleón Bonaparte y de varios legisladores que firmaron una petición en tal sentido. [3]

En la sección “Caprichos enfáticos” de los “Desastres de la guerra”, encontramos, por caso, la estampa 77 “Que se rompa la cuerda”, donde con una alegoría ejemplifica la influencia formal de la Iglesia Católica apoyando el incipiente proceso antidemocrático en España; los títulos de cada obra en sí mismos son claras expresiones de su pensamiento y, a veces, de su inteligente ironía.

Como en el siglo XVIII y antes, en el siglo XXI el humor político reviste absoluta actualidad y eficacia. No es broma.

 

[1] En casi todos los países de América ha dado cursos y conferencias referidos a las personas con discapacidad.

[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Página 1076. Madrid, España. 1973.

[3]Representación y manifiesto que algunos diputados a las Cortes ordinarias firmaron en los mayores apuros de su opresión en Madrid”, conocida como Manifiesto de los Persas por la costumbre de esos habitantes de celebrar con cinco días de anarquía a continuación del fallecimiento de un Rey, comparando así a los intentos democráticos como al desorden político y social.

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