Viernes 29 de Marzo de 2024

17 de octubre de 2016

Facón, Piedra y Rosa. Ficción de Verdad

Qué pasaría si se reunieran Alfonsina Sorni, el “chacho” Peñaloza y Godino “el petiso orejudo”. La obra escrita por Saul Cavalli y dirigida por Susana Meyer propone una idea inteligente, didáctica y profunda. Se vio el sábado en el Centro Cultural Calafate.

El Facón, La Piedra y La Rosa, es una ficción. De esas que si es bien actuada hace olvidar que todo fue fruto de la imaginación del autor. Y eso sucedió el fin de semana en el centro Cultural, donde actores del grupo “Libelula Sur” presentaron una segunda versión de la obra estrenada el año pasado.

Escrita por, el también actor local Saúl Cavalli, plantea un juego de imaginación: que pasaría, qué se dirían, cómo sería, un supuesto encuentro de personalidades tan distintas como  el “chaho” Peñaloza, “el petiso orejudo” y Alfonsina Storni.

El primero fue Ángel Vicente Peñaloza, un militar riojano de las épocas en las que el país en formación se debatía a disparos, cuchillos y lanzas, entre la idea unitaria y la federal.

El segundo fue Cayetano Santos Godino, un asesino serial y pirómano, sobre el que hay mas fama que datos. En lo concreto fue el responsable de la muerte de cuatro niños, varios intentos de homicidio y el autor de siete incendios.

La mujer fue una docente y poetisa argentina del modernismo, cuya muerte no escapó al sentido poético de sus obras. Ella se suicidó al arrojarse de una escollera en Mar del Plata, aunque la versión mas popular, dice que se internó lentamente en el mar, lo que surge de la zamba “Alfonsina y el Mar”. Un Cáncer de mama fue la causa de la depresión que la llevó a buscar la muerte, dice la historia oficial.

Micaela Corbalán es el personaje que ayuda a presentar y entrelazar las tres historias. Citnia Acuña es Storni, Eduardo Fernández es el “petiso orejudo” y Saúl Cavalli es el “chacho” Peñalosa.

Son tres personajes de tres argentinas diferentes que en un escenario teatral comparten sus personalidades, historias, certezas, errores, argumentos y hasta sus miedos.

La obra es inteligente y por ratos resulta hasta didáctica para quien no ha conocido los personajes.

También despierta interés porque se atreve a cuestionar las versiones oficiales de sucesos y acciones de los tres, y rescata los puntos en común.

La muerte en sus diferentes formas está presente como hilo conductor, aunque la obra no resulta trágica.

Si se deja llevar, el público puede vivir intensamente los momentos de silencios que proponen los actores, pero también algunas risas y hasta la emoción.

El texto, y la interpretación que hacen los cuatro actores bajo la dirección de Susana Meyer hicieron que sea más que una simple ficción.

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