OPINIÓN
19 de febrero de 2017
Apuntes Ciudadanos: TIEMPOS MODERNOS

Alejandro Rojo Vivot (1) nos hace reflexionar sobre esta pelicula considerada la última del cine mudo, donde la crisis económica y social deja serias consecuencias, pero dejando un final feliz, donde el trabajo es una herramienta esencial para el progreso siempre en un marco de democracia. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES LXI.
Foto: arv Tapa revista Poder Ciudadano, Buenos Aires, abril 1997
“La revelación del automatismo psíquico pertenece a la técnica de lo cómico, como todo lo que consiste en arrancar un antifaz o provocar una autodelación”. [2]
Sigmund Freud (1856-1939)
El humor, a veces, es como una mesa bien servida, donde cada uno de los comensales posee la libertad de elegir y saborear de manera personal, aunque esté rodeado de otras personas con gustos e intereses diferentes; todos comparten la alimentación aunque cada uno lo hará a su manera.
Por eso, insistimos, el humor principalmente reside en el receptor, aunque sean notorios los méritos de quien lo genera.
Con frecuencia algunos procesos políticos y económicos acarrean también consecuencias nefastas, ya sea acrecentando la cantidad de excluidos, cercenamiento de libertades individuales, concentración del poder, etcétera. Asiduamente se desenvuelven hasta que estallan profundas crisis con altos costos sociales o, como en otros casos, implosionan levantando férreas barreras opresoras.
Sin duda, un crac producido en democracia significa un camino mientras que en dictaduras autocráticas los abismos están más próximos.
El extraordinario artista inglés Charles Spencer Chaplin (1889-1977) estrenó en 1936 “Tiempos modernos”, [3] considerada como la última película muda [4] ya que posee una banda de sonido que incluye parlamentos, aunque mantiene los textos impresos.
La trama, con distintas secuencias bien diferenciadas pero con un claro hilo conductor, está focalizada en la crisis económica, financiera y social de Estados Unidos de Norte América, a fines de la década de 1920 y su paulatina resolución mediante la reactivación.
La mirada humorística, mientras relata una historia de amor con final feliz, se focaliza en una aguda crítica a la producción en serie, que había permitido bajar notoriamente los costes de algunos bienes favoreciendo la expansión del consumo interno con alto endeudamiento, el agudo desempleo, los regímenes de producción con explotación humana en aras de la obtención del mayor lucro posible, la amplia paranoia por el avance del comunismo, las relaciones entre los compañeros laborales buscando sobrevivir con un sálvese quien pueda, las corriente migratorias empobrecidas que habían huido de Europa autoritaria y empobrecida, el déficit habitacional, la infancia y adolescencia desvalida, la sobrevivencia por el hambre, etcétera.
Casi todas las escenas son extraordinarias por su concepción, escenografía, fotografía, dirección y actuación. La calidad contribuye en mucho a acentuar con éxito los agudos señalamientos políticos.
Es de antología la plasticidad actoral de Charlot, en su última escena, tanto patinando con rueditas en espacios relativamente reducidos en una amplia tienda por departamentos, ejerciendo infructuosamente como mozo en un restaurante danzante muy concurrido y con las enormes máquinas en una fábrica metalúrgica.
En la propuesta artística queda en claro que el trabajo es el gran camino para el progreso individual, familiar y de la sociedad, mientras que la falta del mismo genera gran parte de los problemas de las personas y del pueblo en su conjunto.
Finaliza con la pareja feliz emprendiendo, con esfuerzo, nuevas búsquedas esperanzadoras donde la conclusión queda abierta favoreciendo el debate pero, sin duda, en democracia.
[1] En muy diversas ciudades ha dado conferencias sobre el humor.
[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Página 1064. Madrid, España. 1973.
[3] Autor, actor, compositor de la música y director.
[4] Al final el personaje protagónico canta “Je cherche a après Titine”, (1917) de Léo Daniderff, (1878-1943) improvisando la célebre letra, pues no la recuerda, mezclando el inglés, francés y el italiano en una suerte de charabia, de lo que resulta más cómico en una escena, muy cómica, dramática y desesperanzadora.
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