FOTO: ARV. REVISTA CARAS Y CARETAS, CONTRATAPA. BUENOS AIRES, 5 DE MARZO DE 1838

“En el chiste tendencioso no nos es dado distinguir por nuestra propia sensación que parte de placer es producida por la técnica y cuál otra por la tendencia. No sabemos, por tanto, fijamente, de qué nos reímos”. (2)

Sigmund Freud (1856-1939)

En algunas oportunidades al humorismo también lo podemos encontrar en obras que, quizá, nos generan rechazo o, por lo menos, significativas controversias; entonces es más difícil su análisis.

El prolífero filósofo y escritor francés Donatien Alphonse François de Sade, (marqués de Sade) (1740-1814), que vivió una parte importante de su vida preso en cárceles y confinado en un manicomio (Bicétre), en condiciones infrahumanas ya que también hacía de presidio para los indeseables, enfermos de sífilis y enemigos políticos, su obra fue prohibida por la Iglesia Católica incluyéndolo en el nefasto “Índice de libros prohibidos” (Index librorum prohibitorum) (1564-1966). Participó como ciudadano activo del proceso de la Revolución Francesa (1789): “Ciudadano representante: (…) Sea como fuere, ciudadano representante, ofrezco al gobierno mi pluma y mis capacidades, pero que el infortunio y la miseria dejen de pesar sobre mi cabeza, os lo suplico”. (Carta al influyente Goupilleau de Montaigu, 1749-1823).

Algunas de sus comedias se representaron durante su vida, inclusive, por lo menos una fue aceptada por que “Me gusta todo, me divierto con todo, quiero reunir todos los géneros”.

El humor está continuamente presente.

De manera muy particular señaló sus opiniones sobre la libertad humana, el ejercicio del poder influyendo en los asuntos individuales, etcétera, a veces, protagonizando escándalos, siguiendo los principios del movimiento libertinismo, desarrollado originalmente en Francia que, quizá, en el siglo XXI serían parte la programación de algunos canales de televisión y reflejados profusamente en ciertas revistas. Recordemos que el término sadismo proviene de su apellido.

Sostiene que todo ser humano es igual en dignidad aunque unos nacen con mayores posibilidades de ejercer directamente el poder mientras que, por su desventaja inicial, otros deben luchar para conquistarlo; la movilidad social hace que, con alguna frecuencia, en la cima del poder se encuentran delincuentes que han ido escalando y manteniéndose en las posiciones más elevadas en cuanto a la capacidad de incidir públicamente.

“La revolución, preparada por la estupidez de un pueblo que había retornado a la esclavitud, se operó sin el menor obstáculo. ¿Cómo podemos temer que la obra de la filosofía sea más penosa que la del despotismo? (…)

El hombre tiene miedo de las tinieblas, tanto en lo físico como en lo moral, el miedo se vuelve habitual en él y se convierte en necesidad; creería que le falta algo si ya nada tuviera que esperar o temer. Volved enseguida sobre la utilidad de la moral: dadles sobre este gran tema más ejemplos que lecciones, más pruebas que libros y haréis así buenos ciudadanos; haréis de ellos buenos guerreros, buenos padres, buenos esposos; haréis hombres tanto más fieles de la libertad de su país cuanto ninguna idea de servidumbre podrá presentarse a su espíritu ni ningún terror religioso vendrá a perturbar sus inteligencias”. (3)