Miércoles 24 de Abril de 2024

OPINIÓN

3 de enero de 2016

Apuntes Ciudadanos: Humor, Política y Afines VI

Alejandro Rojo Vivot (1) nos acerca el humor valiente del insuperable Charles Chaplin en la gran obra "El Gran Dictador" (1940). El monologo final es un documento histórico de humor politico que hoy tiene una absoluta actualidad.

Foto: A. Rojo Vivot Tapa revista Caras y Caretas (Revista que fue muy popular en su época), 3 de Agosto de 1901

 

“Toda la nación es comediante”. [2

 

Decimo Junio Juvenal (60-128)

 

Para el insuperable Charles Spencer Chaplin (1889-1977), su primera obra hablada fue la valiente y extraordinaria humorada sobre el avance Adolfo Hitler (1889-1945) como líder político alemán: El gran dictador, estrenada el 15 de octubre 1940 cuando Estados Unidos aún no había entrado en la II Guerra Mundial, lo que fue un impacto muy significativo en la sociedad que aborrecía al fascismo y al nazismo como a los demás sangrientos totalitarismos de signos ideológicos extremos de izquierda. En Argentina se estrenó el 31 de mayo de 1945, recordando que la dictadura de ese entonces fue pro Eje, aunque argumentaba que era equidistante.

En sus 124 minutos incluyó dos geniales monólogos, uno de los cuales, el final, como si fuera el nefasto dictador, expresa lo contrario a lo esperado generando humor inteligente, pues es necesario apreciarlo perspicazmente al revés de lo que observamos. Es un magnífico documento histórico de generación de humor político de absoluta actualidad. La clave está en la última oración que debería estar en los portales de las escuelas, las fábricas, los comercios, en los clubes, los partidos políticos, los sindicatos, los medios de comunicación, despachos públicos, etcétera.

 

“Lo siento.

Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni ayudar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.

Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.

Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.

Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.

Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano.

El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.

No os entreguéis a eso que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.

Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón.

(…)

En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. (…) Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.

En nombre de la democracia, debemos unirnos todos”. [3]

 

[1] En diversas ciudades ha brindado conferencias sobre el humor.

[2] Juvenal, Décimo Junio. Sátiras. Universidad Nacional Autónoma de México. Segunda edición. Página 16. México, México. 1984.

[3] Chaplin, Charles. El gran dictador

 

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