OPINIÓN
16 de abril de 2017
Apuntes Ciudadanos: TARTUFO

En la columna de hoy, Alejandro Rojo Vivot (1) nos acerca a la obra de Jean-Baptiste Poquelin (Molière) con una de sus obras "Tartufo o el impostor" donde se centra en los falsos devotos con valores y costumbres aceptados por sus contempraneos. HUMOR, POLÍTICA Y AFINES LXIX
Foto: arv tapa revista Caras y Caretas, Buenos Aires, 5 de diciembre de 1903
“Calificamos ocasionalmente la alusión de ʻrepresentación indirectaʼ, y observamos ahora que podemos muy bien reunir en un solo grupo los diversos grupos de alusión, la representación antinómica y varias otras técnicas de que más adelante trataremos. La calificación más comprensiva para este considerable grupo sería la de representación indirecta. Errores intelectuales, unificación y representación indirecta serán, por tanto, los puntos de vista desde los cuales se dejan ordenar aquella técnicas del chiste intelectual que hasta ahora hemos llegado a conocer”. [2]
Sigmund Freud (1856-1939)
El teatro también es una de las más antiguas certeras expresiones del humor político; el acervo reúne la abundante producción de muy variadas calidades.
El fecundo parisino Jean-Baptiste Poquelin (Molière) (1622- 1673), muchas veces censurado por los poderes públicos, es considerado el padre de la Comedia Francesa, de tan notables particularidades; siempre buscó “hacer reír a las personas honradas”, ante la furia de los demás individuos, sobre todo los de mayor influencia social.
Sus obras critican algunos valores, costumbres y normas bastantes aceptadas por sus contemporáneos, inclusive que ser actor era rayano con la vida disoluta por los cual la Iglesia Católica les prohibía ser enterrados en los cementerios de esa religión. [3]
“Tartufo o el impostor” (1664) fue autorizada y prohibida; cuando fue representada libremente alcanzó enorme popularidad, por lo que bien podría resumir muchas historias de creaciones.
Se centra en los falsos devotos que, constantemente representan para aparentar su adhesión benévola buscando obtener beneficios materiales. Fácilmente la podríamos adaptar a los obsecuentes de todo tipo del poder, donde cierran el círculo nefasto cuando los exageradamente exaltados lo creen y lo fomentan irrefrenablemente.
Entonces, entre otras, la verdad queda relegada y hasta es considerada como una aviesa reacción peligrosamente perversa.
Los aplaudidores, que incluyen risas sobreactuadas al menor atisbo de un chiste expresado por quien ejerce la autoridad, son un claro ejemplo de la hipocresía de los impostores de pacotilla. A la menor contradicción intervendrá la doble moral justificando todo.
Quizá, uno de los errores más frecuentes es hacer generalizaciones infundadas, pues arrastran a todos por igual y certifican falacias en cuanto a que solamente con simulaciones sumisas a ultranza se puede ascender en las escalas de poder, manteniendo lo venal sin acceso a la información, como Tartufo.
“Conozco el arte de quitar los escrúpulos. (…) Según las de cada uno, es una verdadera ciencia saber cuándo conviene aflojar los lazos de nuestra conciencia y rectificar lo malo de la acción con la pureza de la intención. (…)
Conmigo puede estar tranquila con la seguridad de un completo secreto, pues el mal no existe más que cuando se ve. El escándalo es lo que constituye la ofensa, y por lo tanto, pecar en secreto, no es pecar”. [4]
[1] Fue Responsable del Programa Bonaerense de Equiparación de Oportunidades. Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano. Provincia de Buenos Aires.
[2] Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Tomo I. Página 1072. Madrid, España. 1973.
[3] Como excepción, luego de muchos ruegos de su viuda, la máxima gloria de la comedia universal, fue sepultado de noche en un sector reservado a los niños que no habían sido bautizados que muchos creía que iban al fantasioso e inexistente Limbo (borde); en 2005 la Iglesia Católica lo consideró que no es una verdad dogmática.
[4] Molière. Tartufo o el impostor. Editorial Universitaria. Séptima edición. Páginas 68 y 69. Santiago, Chile. Noviembre de 2006.
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